¡Hola! ¿Listos para el viaje de hoy? Este día hablaremos un poco
acerca de la vida de Diego Rivera, después de habernos acercado ya a
su obra México a través de los siglos, en el Palacio Nacional.
Es cierto, a la autora de este artículo también le gustaría charlar más
sobre la vida personal de este gran maestro y de cómo sus mujeres
marcaron su arte, aunque ante tantas damas, careceríamos de espacio
suficiente. Siendo sincera con ustedes, les confieso mi noble intención
de investigarlas para otra entrega, más adelante, ya que todas y cada
una de ellas tenían personalidades muy interesantes, dignas de
narrarse.
Diego Rivera nació en la ciudad de Guanajuato, el 8 de diciembre de
1886. Desde muy joven fue alentado por su madre hacia la pintura.
Ella le permitía pintar por todos los rincones de su casa sin ninguna
reprimenda. Es muy posible que tanto consentimiento, quizás lograra
que Diego fuera la personificación perfecta de la obstinación.
El vigoroso artista obtuvo a escasa edad una beca del gobierno para
ingresar en la Academia de San Carlos, en la que permaneció hasta
1902, cuando fue expulsado por participar en las revueltas
estudiantiles. Diego tuvo como maestro a José Guadalupe Posada,
quien fue grabador, artista supremo y autor del diseño de grabado de
La Catrina; su influencia sería decisiva en el desarrollo artístico de tan
peculiar alumno.
Acostumbrado a ganar becas por su talento, Rivera concursó con el
gobierno de Veracruz para proseguir con su formación pictórica en
España, en la escuela de San Fernando de Madrid. Desde ahí realizó
diversos viajes a Francia, Bélgica, Holanda y Gran Bretaña, hasta
establecerse finalmente en París, en 1911. Durante su estancia ahí,
fue influenciado por el postimpresionismo, en particular por el arte de
Paul Cézanne, que lo motivó a experimentar con el cubismo y otros
novísimos estilos. Esas aventuras múltiples y culturas diversas
hicieron de él un personaje muy interesante, con una visión política
que se inclinaba hacia el comunismo a todas luces.
En 1921, después de la elección de Álvaro Obregón como presidente
de México, Diego fundó un movimiento pictórico junto a José Clemente
Orozco y David Alfaro Siqueiros, al que autodenominaron Los
Muralistas. Forjado ya con un pensamiento social activo y ateísmo
claramente abierto, Rivera fue miembro del Partido Comunista
Mexicano a partir de 1922 y en 1927 viajó a Rusia como parte del
comité para celebrar el décimo aniversario de la Revolución
bolchevique. En 1929 fue expulsado del partido, pero se reincorporó
en 1954 y permaneció en él hasta su muerte.
En sus últimas pinturas desarrolló un estilo indigenista y social de gran
atractivo popular. Como ya lo habíamos mencionado, sus proyectos más
ambiciosos en esa sincronía son los murales épicos sobre la historia de
México que aloja el Palacio Nacional, obras que quedaron inconclusas a
su muerte, el 24 de noviembre de 1957.
Una de las anécdotas más recordadas de este pintor, fue que el
empresario Nelson Rockefeller le solicitó realizar un mural para el
vestíbulo del Rockefeller Center, pero cuál fue su sorpresa al descubrir
que Rivera había plasmado ahí una obra en favor del comunismo, con
Vladimir Lenin de imagen principal. El autor trató de reproducir
después la misma pintura en el Palacio de Bellas Artes, ya que
obviamente el mural anterior fue destruido en Nueva York, por órdenes
del propio Rockefeller.
Inestable en sus sentimientos y emociones, Diego se relacionó con
mujeres de personalidades fuertes y conceptos vanguardistas: entre
ellas, Dolores Olmedo, quien lo acompañó durante varias etapas de su
vida. Era una mujer talentosa en los negocios y además gran
coleccionista de arte; gracias a su visión se logró reunir la colección
más grande de obras pictóricas de Frida y Diego. El pintor tuvo como
primera esposa a Angelina Belof; Tina Modotti y Cristina Kahlo también
fueron sus parejas. De ésta última luego les doy más detalles, aunque
basta nada más con que relacionen el apellido.
Su segunda esposa, conocida como “la Gata Marín”, nunca abandonó a
Diego o viceversa, a pesar de que después él contrajo nuevas nupcias
con su siempre enamorada Frida Kahlo, quien fue su tercera esposa.
Marín podría parecer una mujer resignada al lado del artista, incapaz de
causarle daño a su “Niño Sapo”. Pues no, ni tanto; de hecho podríamos
preguntarle a León Trotsky al respecto, lástima que fue asesinado
después de que Rivera le pidiera que se fuera de su casa al descubrir
sus amoríos con Frida, quien por cierto ha sido reconocida como una
excelsa pintora, una mujer que siempre afrontaba sus miedos en sus
cuadros. ¿Interesante, no? Hoy ya no tenemos tiempo, pero espero se
hayan quedado con ganas de investigar más sobre Diego Rivera,
créanme que no se van a arrepentir.
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